La memoria es la función que permite al cerebro almacenar la información de manera codificada para poder recuperarla en el momento que sea necesario y trabajar con ella. Conozcamos los distintos tipos de memoria:
Memoria sensorial, es la que registra los estímulos percibidos a través de los sentidos durante un período extremadamente corto de tiempo. Según la modalidad sensitiva de la que se encargue se puede subdividir en memoria icónica (para la vista: imágenes), ecóica (para el oído: sonidos) y háptica (para el tacto: dolor, picor, calor…).
Memoria de trabajo, es la que nos permite almacenar y manipular la información guardada durante un breve periodo de tiempo, así como asociar la información almacenada con otras ideas. Interviene en procesos cognitivos más complejos, como la comprensión del lenguaje, la lectura o el razonamiento.
Memoria a corto plazo, es la que permite retener una cantidad de información limitada durante unos pocos segundos, y requiere de un control consciente. Aunque es muy sensible a la interferencia, se puede aumentar la duración de los recuerdos mediante el uso de estrategias de ensayo. Sólo si se trabaja la información activamente, se podrá almacenar en la memoria a largo plazo.
Memoria a largo plazo, es la que permite almacenar una cantidad ilimitada de información durante un tiempo indefinido. Se subdivide en declarativa (permite acceder de manera explícita e intencional) y procedimental (se encuentra automatizada y es inaccesible de forma explícita).
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